Escribo hoy este post porque ya llevo unos días pensando en este asunto. La idea me vino a la cabeza gracias a Twitter. Como usuario habitual de esta herramienta de comunicación, me gusta seguir a gente que aporta sobre aquellos temas que me gustan/apasionan: motor, tecnología, fotografía, Internet. Y algunos de ellos son gente famosa, y otros gente conocida en su sector de actividad. Y otros gente que no es conocida, y por norma general más interesante que los primeros.
Después de seguir a varias personas famosas (a algunas de ellas he dejado de seguirlas por lo que contaré a continuación), me doy cuenta que hay 2 perfiles claramente diferenciados:
- aquellos famosos/conocidos que son consecuentes con su perfil público o imagen, y que por lo tanto twittean acorde a lo que conocemos de ellos (independientemente de si son así o no en su vida real).
- por el contrario, aquellos famosos que muestran su «verdadero yo» en social media, completamente distinto de su perfil público al que nos tenían acostumbrados. Parecen gente seria/tranquila, pero en Twitter se abren/sinceran totalmente, por decirlo de alguna forma.
No entro a valorar como son ni unos ni otros, simplemente porque no les conozco personalmente, y no es para nada el objetivo de este post. Aquí quería comentar como Twitter – y las demás herramientas de social media – puede convertirse en un arma de doble filo si no se sabe gestionar adecuadamente.
En definitiva, la reputación online hoy en día es muy importante, pues es el primer lugar en el que buscamos para informarnos acerca de alguien. Una mala – o nula – gestión de dicha reputación puede ensuciar la imagen pública de determinadas personas que por su trabajo o profesión son conocidas. Aquí, lo malo es que no hablamos, precisamente, de RRPP, con una persona especializada en mantener la coherencia en la imagen del famoso/a. En social media, son los propios famosos los dueños de sus acciones: su cuenta de Twitter, su página personal de Facebook (no su página de fans), etc. Facebook tiene un filtro claro, pero Twitter no (a no ser que el propio usuario haya restringido el acceso a sus twitts expresamente), y allí es cuando aparece el problema de «desdoblamiento de personalidades».
Como podéis ver aquí, los hay que se corresponden con el primer punto, pero aún y así no creo que vaya a seguirlos nunca!
Un tema el de la reputación online que da mucho que pensar, y que es algo que debemos aplicar también a nosotros mismos, sobretodo para cuando seamos famosos el día de mañana! 😉